diarios de un reenCuentro
Antes de empezar a escribir cierro los ojos, respiro y le pido a mi corazon que me guie, que me ayude a expresar lo que siento sin permitir que mi ego o mi mente interfieran. Parece surreal por momentos creer que el corazon sabe o entiende mas que la mente, pero es un proceso que fui descubriendo a lo largo de los años y que ahora, en este espacio, voy a intentar compartir con ustedes.
Decidi llamarlo DIARIOS DE UN REENCUENTRO porque creo que de eso se trata, de reencontrarme con mi corazon, con quien soy verdaderamente, mas alla de todo el dolor, los miedos y creencias limitantes que durante tanto tiempo sostuve y no supe cuestionar.
Hablar de estos temas por momentos me genera cierta resistencia porque hoy en dia vivimos en una sociedad donde todo esta medianamente diseñado para ayudarnos a disociar. Sentir es sinonimo de depresion o de que algo anda mal.
El tema, es que pase mucho tiempo de mi vida evitando, justamente, sentir. Asi fue como termine enfermandome no solo fisica, sino emocionalmente tambien.
Creci en un hogar con mucha cultura, bibliotecas gigantes, una madre que hablaba cuatro idiomas fluidos y una memoria llena de poemas, compositores y mitologias. Mi mama tenia un corazon inmenso y una necesidad de darlo todo, absolutamente todo por lxs demas. Ahora, el problema era que en ese dar, ella jamas se supo incluir a si misma.
Creci viendo y siendo testigo de una madre llena llena de amor que daba sin medida pero que evitaba, a toda costa, curarse con su propia medicina.
Una vez le pregunte si se amaba y me respondio, mirandome como si le hubiera preguntado si se habia casado con su hermana, y me dijo: con cara de asco, que esa era una pregunta muy narcisista. Que AMARSE a ella misma era egoista, que ella nos amaba a nosotrxs pero que quererse a ella no hacia falta.
Mucho remate no hay. Esa era la creencia de mi mama, de la mujer que me trajo al mundo, a quien admire y tome como ejemplo durante los años mas importantes de desarrollo de mi vida.
Su forma de amarse a si misma era sobreviviendo. Era encontrando los mil y un recursos posibles para evitar sentir, para evitar conectar con ese dolor que, se muy bien, le carcomia el alma.
Pase muchos años de mi vida enojada con ella sin saber porque. Todo lo que decia me ponia nerviosa o me frustraba y su inmadurez emocional hacia que dialogar sanamente entre nosotras, la mayoria de las veces, fuera imposible.
Empece terapia, varios años atras cuando mi vida empezaba a colapsar y entre a la sesion creyendo que la raiz y culpa de todos mis problemas los tenia mi papa. (con quien no tuve relacion la mayor parte de mi vida pero eso es un capitulo aparte)
Ahora, a mi vieja no la toques. Ni se te ocurra creer que mi mama, quien me cuido incondicionalmente y lo dio todo por mi, con sus errores incluidos, era o podia ser la raiz de mis problemas.
Tuve la suerte de caer en las manos de un GRAN terapeuta, mi queridisimo Jonas Detinis, quien con su sabiduria y profesionalismo, me fui guiando, muy amorosamente para reconocer que mis ideas y creencias no eran tan acertadas como pensaba y sentia.
No es que estabamos buscando echarle la culpa a mi mama porque no existe tal cosa. No hay culpa, no hay error, es simplemente lo que me toco como aprendizaje.
En algun punto creo, y esto es muy personal, que el alma sabe muy bien donde aterrizar. Que por varias razones elegimos a nuestrxs mapadres y a nuestra familia y que en esa eleccion hay muchas pero muchas bendiciones detras de cada desafio. Yo se que elegi esta historia porque detras de todo el dolor aparecio la oportunidad de abrir ese sotano subconciente ancestral y dejar entrar mucha pero mucha luz.
Esto me da pie para recordar, una vez mas, que